Article de Salvador Martí a Estudios de Política Exterior SA
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SALVADOR MARTÍ I PUIG 31 de agosto de 2020
‘DOM PEDRO’ CASALDÁLIGA, UN TESTIMONIO Y UNA ÉPOCA
La Teología de la Liberación tuvo para América Latina un
impacto semejante al de la reforma luterana en la Europa moderna:
alfabetizaron, despertaron consciencias y generaron un capital social crítico.
En todo este universo estuvo siempre presente Pedro Casaldáliga.
El 8 de agosto falleció a los 92 años de edad uno de los
máximos exponentes aún vivos de la Teología de la Liberación, el obispo emérito
de la prelatura territorial de San Félix en el Estado brasileño de Mato Grosso.
Se trata de Pedro (Pere) Casaldáliga, catalán de origen y, según él mismo,
nacionalizado brasileño “por la pasión, por la malaria y por el cariño del
pueblo”. Dom Pedro, como le llamaban en Brasil, falleció después de padecer
Parkinson durante más de una década, enfermedad que no le arrebató la humildad,
sentido crítico ni su porte austero y digno.
Casaldáliga nació en 1928 en el seno de una familia
conservadora y religiosa de Balsareny, en la provincia de Barcelona, y pronto
se decantó por la vocación religiosa y misionera, en el seno de la orden
claretiana. Fue en 1968 cuando cruzó el Atlántico, y lo hizo para
responsabilizarse de una misión en la región amazónica de la Araguaya. Su
llegada a Brasil coincidió con la celebración de la Conferencia de Obispos
Latinoamericanos (Celam) realizada en Medellín, donde se debatieron a nivel
regional los temas abiertos en el Concilio Vaticano II y, con un especial
énfasis, aquellos vinculados a con la desigualdad y la pobreza de América
Latina, consideradas “una realidad de pecado”. En Medellín, la definición
convencional de “pecado”, basada en la moralidad individual, se amplió y se
extendió a nivel colectivo, considerando que luchar contra las desigualdades y
las injusticias era el deber de todo cristiano para liberarse del “pecado
estructural” presente en la sociedad. Una década después, en la conferencia de
la Celam en Puebla, aparecería la máxima divisa de la Teología de la
Liberación: “la opción preferencial por los pobres”.
Según el profesor de la Universidad de Michigan Daniel H.
Levine, la eclosión de la Teología de la Liberación y de las CEB tuvo para
América Latina un impacto semejante al de la reforma luterana en la Europa
moderna, pues alfabetizaron a cientos de miles personas humildes, despertaron
consciencias y generaron un capital social crítico sin el cuál es imposible
comprender los movimientos emancipadores de los años setenta y ochenta.
En todo este universo estuvo siempre presente Casaldáliga de
forma activa y dando testimonio. En su caso en un territorio, el amazónico, en
el que la presencia del Estado era nula y donde el poder (impune) residía en
los latifundistas, grileiros, madeireiros y garimpeiros a costa de las tierras,
el agua, los derechos y las vidas de los campesinos y los indígenas. Su
oposición a tal orden de cosas fue tan firme que a resultas de ello sufrió más
de un intento de asesinato, destacando uno en 1976, en el que falleció un
compañero suyo al confundirlo con su persona.
La posición de Dom Pedro respecto a su labor pastoral
siempre estuvo clara, y desde el mismo día de su ordenación episcopal en 1971
denunció la realidad que veía a través de un documento titulado Uma Igreja da
Amazônia em conflito com o latifúndio e a marginalização social. Pero sus
tareas no se circunscribieron a su diócesis, sino que estuvo presente en
actividades y decisiones de gran trascendencia para Brasil, como la fundación
del Conselho Indigenista Missionária (conocido como la CIMI) o la redacción de
la Pastoral da Terra que inspiró el mayor movimiento social campesino de toda
América: el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, el MST.
Al igual que sus homólogos Cámara, Gutiérrez, Boff o
Sobrino, Casaldáliga también fue muy activo escribiendo, aunque no se destacó
por elaborar tratados teológicos, sino por una prosa sencilla vinculada al
testimonio de fe y de lucha, y por sus libros de poemas. Eran estos temas de
los que a menudo hablaba cuando daba alguna charla: el ecumenismo, la labor de
las comunidades eclesiales, y la poesía. De ello fui testigo en 1996 en la
Universidad Centroamericana de Managua, donde también expuso su solidaridad con
la rebelión indígena de Chiapas que había estallado dos años antes. Poder verlo
en Nicaragua fue un privilegio, ya que desde su llegada a Brasil nunca más
viajó a su pueblo natal ni a Europa (con la excepción de una visita al
Vaticano), a pesar de que siempre estuvo muy presente en Cataluña y España a
través de las parroquias católicas comprometidas y, sobre todo, por la red de
colectivos que desde 1992 elaboraron la Agenda Latinoamericana. Una Agenda que
para 2020 tenía como tema “La revolución digital que viene” y que abría con un
texto de José María Vigil y el propio Casaldáliga.
A pesar de su predicamento, el ascendente de Casaldáliga y
de la Teología de la Liberación fue languideciendo a partir de los años ochenta
con la llegada al Vaticano de Juan Pablo II y la presidencia de Joseph
Ratzinger de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El papa le convocó a
Roma en 1988 para recriminarlo, hecho que dolió a Casaldáliga, aunque lo
atribuyó a la lejanía existente entre el Estado de la Ciudad del Vaticano y la
selva amazónica.
A los 75 años, Casaldáliga renunció al obispado, pero
continuó viviendo en su humilde diócesis, que pronto se convirtió en un lugar
de peregrinación por la cantidad de visitantes que se desplazaban a São Félix
de Araguaya a visitarlo para conversar y compartir su testimonio. Su figura fue
creciendo e incluso en 2013 se estrenó una mini serie de televisión sobre su
vida titulada “Descalzo sobre tierra roja”, basada en un libro del mismo título
de Francesc Escribano. Sin embargo, a pesar de lo señalado, hoy en Brasil (y en
muchos lugares de América Latina) la incidencia política de la religión no la
ejerce la Teología de la Liberación ni sus postulados, sino las iglesias
evangélicas desde posiciones ultraconservadoras y a menudo reaccionarias. La
llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia del país da cuenta de ello.
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